jueves, 28 de enero de 2016

Familia Orchidaceae

Vamos a presentarte a una familia única en su tipo. Las flamantes integrantes de esta familia son emblemáticas figuras de muchos países, flores nacionales; son categóricamente rutilantes, por diversas razones: por su relación con la historia humana y diversas culturas en todos los continentes; por su número de especies,  variedad de tamaños, inflorescencias y por los colores, formas y exquisitas fragancias de sus flores. Sin más preámbulos te presentamos entonces a la familia orchidaceae. Su denominación científica ya debe de estar dándote vueltas en la cabeza. Claro que sí, las integrantes de nuestra presente familia son las célebres y codiciadas orquídeas.

A esta familia pertenece una amplísima gama de miles de especies (al respecto, como suele suceder con  el reino vegetal, es difícil obtener un claro consenso de su número) entre 25.000 y 30.000 especies aprox. distribuidas en unos 800 géneros, eso sin contar con las especies obtenidas por  horticultores de todo el globo en procesos de hibridación, lo que nos arrojaría una adicional e increíble suma de más de 50.000 especies.

Otra cosa increíble de las orquídeas es su formidable capacidad de adaptación la cual, durante millones de años, les ha permitido conquistar hábitats imprevistos fuera de la línea ecuatorial. Porque por extraño que parezca, muchas de estas especies  han logrado adaptarse a los ambientes más hostiles del planeta, aunque  por obvias razones su conquista no ha logrado llegar a los polos y los desiertos. Dese luego que es en las zonas tropicales y subtropicales donde más se les puede encontrar en número y diversidad, en ese sentido Colombia ocupa un lugar preponderante siendo el segundo país del mundo con más especies de orquídeas (2.723),  superado solo por Ecuador con unas  3.549.

Así que nuestras protagonistas  pueden encontrar nichos ecológicos  a nivel del mar o  a una altura que se acerca a los 5.000 msnm, es decir, justo donde la vida se abre camino entre páramos y temperaturas tremendamente frías. Hermosas, coloridas, extrañas, insólitas las orquídeas tienen peculiaridades, y hasta extravagancias, que son auténticos hitos de la naturaleza. Solo imagínate un par de orquídeas que no pueden verse con los ojos (Campylocentrum grisebachii; Bulbophyllum minutissimum, sus flores son solo de unos cuantos milímetros); y otras que pueden tener alturas que bien hacen sonrojar a un esbelto árbol; otras más crecen en increíbles y estrechos grupos florales que pueden pesar cientos de  kilogramos (ciertos ejemplares del género Grammatophyllum); y si de su exquisito  aroma no hay confusión, por mencionar una última del inconcebible número de especies, tenemos a la Vanilla planifolia, la cual aromatizaba el chocolate de los aztecas y hoy por hoy nos regala una de nuestras especias favoritas, piensa en ello cuando saborees un delicioso helado de vainilla chips.

De suerte que entre el amplio espectro de especies orquidáceas podemos encontrar muchas que son  terrestres, trepadoras, litofitas (que habitan en piedras) y epífitas (habitan en troncos y arboles). En resumidas cuentas: las orquídeas no se resignan a pasar su vida de la misma forma, son un regio ejemplo de lo que la selección natural puede conseguir con tesón, inventiva y mucha, pero mucha paciencia traducida en millones de años de ensayos y errores.

Pero hablemos un poco de las epífitas, aquellas orquídeas sobre las que más se tejen rumores. Uno de ellos, por su extrema longevidad, le ha granjeado  a las epífitas el atributo popular de ser inmortales. Cosa que no sabemos con certeza. Lo que sí se puede afirmar es que las epífitas guardan estrecha relación con el árbol que les ofrece sustento, de suerte que algunas que fueron recolectadas hace siglos por botánicos de entonces, hoy siguen floreciendo ante la vista maravillada de unos y otros. En esa misma línea, siempre ha habido confusión sobre su interés por los árboles, no obstante la ciencia botánica ya ha dado su veredicto: las epífitas, como todas las orquídeas, no tienen afición por ser parásitas, el árbol o tronco donde se las halle solo les sirve como medio de soporte. De cualquier manera, la ingeniería natural de las epífitas resulta ser sencillamente un triunfo de la vida.

Ahora bien, si a grandes rasgos seguimos rindiendo honores a su majestad, la orquídea, debemos mencionar que las complejidades de sus flores lo son tanto por ornato como por funcionalidad, en ese sentido la familia orchidaceae especializa a cada uno de sus ejemplares en función de sus polinizadores y estas interacciones son toda una historia de romance y pasión que tal vez no tenga semejante ni en el reino vegetal ni en el animal.
No hay el menor atisbo de exageración en la anterior afirmación,  tan precisa comunión natural donde los intérpretes saben muy bien qué es eso de armonizar con los ritmos de la naturaleza es, sinceramente, difícil de encontrar. Así, polillas, moscas, mosquitos, abejas, murciélagos, aves, algunos reptiles y hasta sapos ayudan a la reproducción de las orquídeas cuando, por los motivos más razonables como insólitos, van por néctar y polen, atraídos por las formas y los olores de las flores de la familia orchidaceae.


Dicho todo lo anterior, no resulta, pues, extraño que hoy en día estas flores sean tan codiciadas; presumir de tener orquídeas en un jardín es en verdad toda una prerrogativa, y si se tienen de las más exóticas todavía más. Y a decir verdad sus cuidados no son complejos: todo obedece a una sencilla armonía entre luz, agua y temperatura; un feliz propietario de un grupo de orquídeas bien consentidas puede asegurarse las visitas matutinas de colibríes y otras aves. Dicho todo lo anterior, ya sabemos lo que cruza por tu mente… De manera que te  gustaría una orquídea para tu jardín, échale un ojo entonces a su amplio catálogo y recuerda… ¡las colombianas son las mejores!

miércoles, 13 de enero de 2016

Familia Marantaceae

Veamos ahora un muy interesante catálogo de especies angiospermas monocotiledóneas. Uno de los grupos más amplios del reino vegetal que bien puede abarcar desde árboles y hierbas, con un vasto espectro de especies que ha logrado dominar buena parte del planeta. Hablamos de la familia  marantaceae donde pueden encontrase géneros tan complejos y diversos como el género Afrocalathea, Ataenidia, Calathea, Cominsia, Ctenanth, Donax, Halopegia, Haumania, Hylaeanthe, Koernickanthe, Megaphryium, Monophrynium, Pleiostachya, Sanblasia, Saranthe, Stromanthe, Thalia, entre otros.

La rica diversidad de esta familia se expresa  en las cerca de 500 especies que acoge en su clasificación; el género más sobresaliente de las marantaceae es la Calathea  con unas 300 especies.  Destacan en este género la Calathea ornata, Calathea picturata 'Argentea', Calathea picturata 'Vandenheckei', Calathea roseopicta, Calathea rufibarba, Calathea veitchiana, Calathea warscewiczii y la Calathea zebrina.

Ahora, arrojemos un rápido vistazo a las características más importantes de las especies de la familia marantaceae. Las anteriormente mencionadas  crecen de 0 a 1000 msnm y necesitan de  16 a 18 grados, como mínimo, para ser cultivadas exitosamente. Por otro lado, en verano, estas especies requieren de relativa humedad en especial si las temperaturas se levantan por encima de los 30 grados.

La más famosa planta de la  familia marantaceae, muy seguramente, es el sagú (Maranta arundinacea), también conocida con el apelativo de la 'planta obediente' con importante valor nutricional para el humano, especialmente por el almidón de sus rizomas. Asimismo, de sus célebres bondades también se registra, en torno a esta planta,  una fuerte actividad económica con cierta prevalencia en el oeste de la India.

Desde luego, estos bellos exponentes de la familia marantaceae son  tropicales, gozando éstas de mayor presencia en América del Sur, siendo muy reconocidas estas plantas por sus hojas que poseen peciolo (el rabillo que une la hoja con el tallo) y pulvino (lo interesante del pulvino es que, según el foto periodo, noche o día, la hoja lentamente se abre hacia afuera o hacia dentro). 

Las hojas de esta familia son  muy encantadoras tanto en sus colores ―poseen un envés que va del rojo al purpura―, como en las interesantes vetas y motivos que describen sus hojas, cual si un artista les hubiera tatuado con mimo y paciencia. 

De suerte que sus hojas son muy preciadas para la decoración de jardines, y para que te termines de convencer solo basta con echarle un vistazo a las hojas de las thalías y las hojas de predicador, con tan manifiesta belleza, un ejemplar de las marantaceae se constituye en una planta,  por su singularidad, imprescindible en todo jardín. 

martes, 5 de enero de 2016

Familia Musaceae

Las musaceae pertenecen al orden de las zingiberáceas monocotiledóneas, pero si las anteriores señas  no  te son familiares de seguro de su fruto no podrás decir lo mismo ¿O quién no ha comido alguna vez en su vida una banana, plátano o guineo? Se presume que por selección natural la Musa acuminata y la Musa albisiana se combinaron para generar diferentes híbridos de los que se destacan los que tiene mayor proporción de una u otra especie, es decir, los de mayor material de Musa acuminata producen bananos.

Se estima que la familia musaceae  alberga unas 150 especies de dos géneros conocidos como musa y ensete. El género ensete agrupa  especies africanas que carecen de rizoma, siendo éstas originarias de los continentes de  Asia y áfrica; dichas especies, muy comunes en todo jardín tropical y subtropical, son  monocarpicas, es decir, nomás producen semillas mueren. El género musa es el que contiene el mayor porcentaje de especies de la familia destacándose la Musa paradisiaca, Musa acuminata y la Musa albisiana como las especies que producen uno de nuestros frutos favoritos.   

Poseen además inflorescencia horizontal, brácteas con gamas que van de un rojo carmesí a tintes violetas; hojas enormes y perennes —algunas de estas hojas pueden alcanzar los 5 metros—,  la superposición de éstas en espiral crean el llamado pseudotallo o tallo falso subterráneo que dota a la familia de las musaceae de su muy fuerte y grueso tronco (ojo, los arboles de plátano sencillamente no resultan ser árboles, son a toda luz hierbas gigantes); algunos de estos ejemplares pueden alcanzar hasta los 10 metros de altura  con vistosas nervaduras que parten de una nervadura principal.

De esta familia se derivan varias actividades económicas poniendo un gran acento en lo que respecta a la comercialización de sus frutos, del mismo modo estas especies  tienen gran uso para la industria textil, tanto para el ornato de los jardines a razón del color de sus flores, el tamaño de sus hojas y la configuración de sus brácteas.


Como es de esperarse su distribución es tropical, pueden prosperar entre los 0 y los 1300 msnm aunque se sabe muy bien que también lo hacen a mayor altura. Su polinización es llevada a cabo bien por murciélagos, bien por pájaros o bien por algunos insectos. Debe decirse que la familia musaceae solo puede cultivarse en algunas zonas tropicales y subtropicales, quizás en algunos invernaderos por cuanto son  muy delicadas a las heladas, de manera que  el territorio colombiano resulta ser sumamente propicio para su cultivo.