También
reconocidas como cistáceas, las joyas naturales tocantes a nuestra familia
presente, conforman una colección maravillosa que, por su color y belleza, no le
es indiferente a nadie. Sus cualidades van desde lo decorativo hasta lo
curativo. Al respecto una de sus especies más sobresalientes es la Cistus ladanifer que posee flores asaz
llamativas y una resina particular, el ládano, la cual durante muchos años fue
usada con propósitos medicinales.
La
Familia Cistaceae está representada por unas 175 especies distribuidas en 7
géneros, de éstos el género Hellianthem agrupa
el mayor número de exponentes. Las cistáceas se encuentran de manera muy
prolífica en zonas templadas de Europa, especialmente en el Mediterráneo. De igual
forma se les pueden encontrar en América del Norte (Hudsonia tomentosa) y en ciertas zonas de América del Sur (Halimiun brasiliense).
Generalmente
crecen como hierbas o arbustos, con hojas opuestas y flores de tamaño vistoso
que bien pueden estar solitarias o en pequeños grupos, así que la corola (el
conjunto de pétalos) puede estar organizada en tres o cinco pétalos, entre tanto
el cáliz cuenta con una proporción muy similar de sépalos.
Los usos
ornamentales de la Familia Cistaceae son bien conocidos, específicamente el género
Halimiun y el Cistus son los que mayores ejemplares
aportan para deleite de jardineros. En ese sentido la estepa negra (Cistus monspeliensis) es una de las
preferidas, aunque como habíamos mencionado anteriormente, como buena cistácea
la estepa negra también es usada en medicina y contrario a su título, no es
negra, su matiz verde oscuro crea dicha ilusión óptica, especialmente el cuerpo
de su alto arbusto, porque eso sí, posee una corola de inmaculado blanco.
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